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martes, 1 de marzo de 2016

El Misterio de la Quinta Angélica (Reportaje)

Hace algún tiempo, un grupo de compañeros de la carrera de Comunicación, conformado por Jose Cardoza, Sharon Bermúdez y su servidor, teníamos que hacer un reportaje fotográfico, por lo que decidimos hacerlo en el municipio “El_Crucero”, en Managua. Salimos temprano aquél día y nos fuimos en un bus que salía del mercado Israel Lewites.

Íbamos algo contentos, porque no era un lugar al que frecuentábamos mucho, pero sí, habíamos escuchado  hablar. Puede ser que haya sido uno de nuestros mejores viajes a aquel lugar, aunque fuera un poco improvisado.

Cuando íbamos subiendo en el bus, notamos que la temperatura descendía conforme avanzábamos, haciendo que el clima  estuviera bastante agradable para nuestra visita. Se podía ver claramente toda las Sierras de Managua desde las ventanas de aquél maltratado y ruidoso bus, y al fondo, se contemplaban las enormes torres de transmisión que hay en el cerro más alto de El Crucero.

Llegó el kilómetro 16 y todas las miradas de los pasajeros se posaban en los ventanales izquierdos del bus, y todo el mundo empezaba a hablar de una sola cosa: “La Quinta Angélica”. Aunque han pasado tantos años desde que esa leyenda corrió de boca en boca por todo Managua, todavía, siguen algunos, contándola. Se pueden conocer muchas cosas sobre la tenebrosa historia del lugar, si se escucha lo que cuentan muchos pasajeros que suelen bajarse en las cercanías de la quinta. Tenía la idea de que al pasar de regreso para la ciudad, nos detuviéramos a tomar fotografías y a ver qué sucedía.

Llegamos al parque central de El Crucero, que es un triangulito en medio de la carretera. Allí nos bajamos y preguntamos en la primera y más antigua de las haciendas de café del lugar, que si podíamos entrar para tomar fotografías. La respuesta, desgraciadamente fue negativa. Esa hacienda, fue donde yo pasaba las vacaciones de mi infancia y donde todos en mi familia crecimos, hasta que hace algunos años, fue vendida a uno de los hermanos Montealegre, quienes no pudieron sostenerla económicamente por diversos problemas.

Despues de recibir la negativa respuesta, nos dirigimos hacia “Las Nubes”, que es el punto más alto del lugar. Llegamos a un camino de tierra, pero bastante selvático, parecía un camino tenebroso, algo solitario, pero en donde se veían algunas marcas de camionetas que descendían al guindo. Llegamos a la mitad del camino y decidimos regresarnos, no sin antes, tomar las fotografías que necesitábamos.

Al subir, nos dispusimos a ir a almorzar a un lugar que un conductor de caponeras nos recomendó. La comida se ponía helada muy rápidamente, haciendo que tuviera ese parecido al hule de una chinela.

Una vez que terminamos de comer, seguimos nuestra gira. Esta vez, hacia la Iglesia de Nuestra Señora De Las Victorias, que estaba enfrente del comedor donde comimos. En ese lugar, se cuenta, que la Virgen María apareció tres veces, aunque no logramos recoger la historia completa porque no había nadie cerca.

Después, nos acordamos de la quinta Angélica, y decidimos descender hasta el lugar. Nos bajamos y apenas pisamos el monte seco sentimos una rara sensación de estar siendo observados. Todos concordamos en que podrían ser las miradas fijas de algunos vecinos sobre nosotros, que éramos desconocidos para ellos.


Caminamos buen rato, tomando fotografías, y la pila que había en la quinta estaba completamente verde. Aun así, tomamos algunas fotografías del agua. Las paredes estaban destruidas, tan solo quedaban algunos arcos y pilares, en donde todavía se escucha el eco de la sangre que corrió hace mucho tiempo en ese lugar.

Decidimos seguir, y detrás de la quinta, había una pequeña cañada, en donde nos pareció ver un espanto. Yo, con aires de valentía, me acerqué, porque aquel raro objeto hacía ruido, era blanco, y movía toda la maleza que había alrededor. Cuando nos acercamos, nos dimos cuenta de que era un caballo, que sin razón, estaba en aquel lugar. Salimos de allí y subimos un poco más, pero salimos por otro lado, en donde se contemplaban árboles frondosos con formas tenebrosas.

Todos nos quedamos con ganas de más suspenso, aunque no se pudo, porque el lugar ya no es como antes y era hora de volver a casa.


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